Vigésimo cuarto Domingo del Tiempo Ordinario - Padre Adan Royal
Septiembre 11, 2021 - 7:00 PM
Grabación de audio
Cuando Jesús dice toma tu cruz y sígueme, quiere que llevemos las cargas unos de otros. No nos está llamando al sufrimiento sin sentido por sí mismo. Nadie debería flagelarse. Debemos salir y encontrar a los que ya están abatidos por el peso de las cargas opresivas y ayudarlos. Recogemos sus cargas y sufrimos con ellos. No intentamos solucionarlos. La mayoría de las veces no podemos solucionar los problemas de otras personas. Intentar invariablemente nos lleva a decir ideas mal pensadas o incluso a empeorar la situación. Todo lo que podemos hacer, todo lo que debemos hacer es sentarnos con ellos, escucharlos y sufrir con ellos. La llamada a llevar la cruz es fundamentalmente una llamada a amar como ama Dios. Es un llamado a renunciar a nuestros privilegios, a nuestra preocupación por nosotros mismos y a abrazar las necesidades de los demás. La cruz es un llamado a amar a otra persona hasta que duela, hasta que nuestras vidas se hayan derramado en sacrificio. El amor no se detiene cuando hay dolor o dificultad. Continúa hasta que el otro conoce el consuelo, hasta que el otro sabe que es amado.
Así es como Dios nos ama. Él no nos abandona porque seamos casos difíciles o incluso aparentemente imposibles, empeñados en el verdadero sentido. Dios sigue amándonos. No importa cuánto nos alejemos o cuánto suframos, él está a nuestro lado y lo soporta con nosotros. Esta no es una metáfora o una bonita historia que contamos. Mediante el bautismo nos hemos convertido en el cuerpo de Cristo. Todo lo que sufre cualquiera de nosotros, Dios también sufre. No aparta la mirada de nuestro dolor ni corre cuando se vuelve demasiado grande. Se queda con nosotros y lo sufre hasta el final.
Nos llama a hacer lo mismo por los demás. No debemos quedarnos absortos en las infinitas curiosidades y entretenimientos de este mundo mientras la gente sufre o se siente abandonada. Como cristianos debemos amarlos. Todos necesitamos encontrarnos cara a cara con el sufrimiento de nuestra comunidad. Necesitamos sentarnos con ellos, aguantar con ellos y hacerles saber que son amados.