Sexto Domingo de Pascua - Padre Adán Royal
Mayo 8, 2021 - 7:00 PM

Grabación de audio

"Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando". Son palabras sorprendentes y quizás angustiantes. La sorpresa es que Dios quiere ser nuestro amigo. No creo que esa sea la imagen que normalmente tenemos de Dios. Por lo general, lo vemos como un rey sabio y anciano de cabello blanco sentado en un trono. Es decir, lo vemos como un rey remoto pero poderoso y a nosotros mismos como su pueblo, sus ciudadanos. Esperamos y rezamos para que intervenga cuando lo necesitemos y nos deje en paz. Obedecemos sus reglas solo para que nos favorezca y nos muestre su bendición. Es decir, apaciguamos a Dios. Esta imagen, aunque común, es falsa. Jesús es claro, Dios no es un rey remoto que emite decretos arbitrarios para gobernar nuestras vidas. Dios quiere ser nuestro amigo; es nuestro amigo. Él no domina su poder sobre nosotros, ni amenaza con golpearnos con un rayo, o retener sus bendiciones porque no somos lo suficientemente buenos. Él nos ama. Él nos creó. Quiere compartir nuestra vida, como cualquier amigo.
Aun así, las palabras de Jesús parecen fuera de lugar. "Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando". Esas no suenan como las palabras de un amigo. Sospecho que si alguien más nos dijera eso, nuestra respuesta sería rápida y directa: "Bueno, entonces no somos amigos". Y nos marcharíamos. Pero cuando Cristo lo dijo, nadie se fue, nadie optó por salir. Creo que esto se debe a que sus palabras son convincentes. Si alguien más nos dijera eso, creeríamos que la persona en realidad no quiere un amigo. Solo querría que alguien le obedeciera. Pero está claro que ese no es el caso de Cristo. Jesús nos ama. Nos ama tanto que ofreció su propia vida por nosotros solo para que pudiéramos ser sus amigos.

Cuando Jesús nos dice, "obedezcan mis mandamientos", no nos está llamando a la obediencia servil. Está reafirmando su amor por nosotros. El amor, el amor verdadero, es desear el bien de otro. Es decir, amar es desear ardientemente lo mejor para otro. No es una mera emoción. Jesús no solo siente cariño por nosotros. Nadie muere por sus seres queridos. Cristo realmente quiere lo mejor para nosotros. Quiere que seamos felices, que conozcamos la paz y la plenitud. Por eso nos llama a seguir sus mandamientos. Como nuestro creador, él sabe lo que es bueno para nosotros. Él sabe cómo debemos vivir nuestras vidas para experimentar una felicidad duradera. Entonces él nos enseña. Dios tiene conocimientos que nadie más puede tener. Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos.

Jesús ofreciéndonos su amistad es una oferta de perfección de nosotros mismos. Es la oportunidad de convertirnos en todo lo que fuimos creados para ser. Es una oferta para curar nuestras heridas, para llenar lo que falta en nuestras vidas y para darnos una felicidad ilimitada para siempre. Sus palabras suenan tan diferentes a las de cualquier otro amigo que tengamos, porque su amor, su amistad, es superior a cualquiera que hayamos conocido.