Domingo de Pentecostés - Padre Adán Royal
Mayo 22, 2021 - 7:00 PM
Grabación de audio
El Espíritu de Dios ha venido a este mundo para hacer nuevo todas las cosas. Y gracias a Dios que lo ha hecho. Los discípulos eran alborotadores, que es lo que la sociedad llama a los que desafían las viejas costumbres. Es una etiqueta destinada a degradar y marginar. Cada relato que tenemos de los primeros seguidores de Jesús menciona el caos que causaron. Derrocaron las antiguas tradiciones, no sacrificaron a los dioses antiguos, rompieron lo que todos creían que era la base misma de la sociedad. Eran molestias, agitadores, y incluso alborotadores. Y llevaban esas etiquetas con orgullo porque las multitudes habían dicho las mismas cosas de Jesús. Lo nuevo nunca se quiere. Cuando el Espíritu de Dios comienza a obrar en el mundo, enciende el odio y la ira, porque debe hacerlo. El Espíritu debe volcar lo viejo porque se ha vuelto rancio y desecado. El antiguo orden es la antítesis de Cristo, es complaciente.
Este mundo no necesita más aduladores y narices pardas. No hace falta más indiferencia y voluntad para hacer la vista gorda. Ya ha tenido demasiado. El mundo se ha atiborrado de "Sí". Sí a la codicia. Sí a la injusticia. Sí a la guerra. Es hora de ser como los discípulos, es hora de escuchar al Espíritu de Dios y decir “No”. No, no obedeceremos los dictados ilegítimos de los poderosos. No, no malgastaremos los recursos del medio ambiente. No, no nos odiaremos y mataremos unos a otros por ideologías obsoletas.
Somos cristianos. Hemos conocido el amor poderoso e infinito de Cristo. Nuestras deudas, nuestros pecados, han sido borrados; nuestras diferencias han sido dejadas de lado y hemos conocido la paz, una paz que solo Dios, solo un mundo nuevo lleno del Espíritu, puede ofrecer.
Hoy es Pentecostés, el Espíritu de Dios ha venido a este mundo para hacer nuevas todas las cosas. Y gracias a Dios que lo ha hecho. Nuestro mundo está envuelto en tinieblas. Abramos todos nuestros corazones y dejemos que el Espíritu encienda su fuego dentro de nosotros. Que ese fuego arda intensamente e ilumine este lugar y nos muestre el Reino de Dios.