Domingo de la Divina Misericordia - Padre Adán Royal
Abril 10, 2021 - 7:00 PM
Grabación de audio
Tres veces Cristo dijo a sus discípulos: "La paz sea con ustedes". A pesar de haber visto los milagros de Cristo, a pesar de ser ahora testigos de su resurrección, los discípulos no estaban en paz. Les faltaba paz porque habían abandonado su misión.
Dios nos crea a cada uno de nosotros con un plan en mente. Cada uno de nosotros tiene un papel particular en el Reino de Dios. Es decir, en nuestro ser hay una misión, una misión que satisface nuestros deseos más profundos porque es la expresión más plena posible de nuestra naturaleza creada. Estar en paz, conocer la felicidad, es descubrir esa misión y vivirla. Solo estamos en paz cuando estamos seguros de que estamos en el camino correcto, cuando estamos expresando plenamente nuestro ser interior y avanzando hacia nuestro destino dado.
Por eso Cristo tuvo que decir tres veces a los discípulos: "La paz sea con ustedes". No solo habían abandonado al propio Cristo, sino también su misión de compartir el evangelio. Debido a que habían renunciado a su misión, debido a que habían renunciado a lo que fueron creados para ser, en cierto sentido, se habían abandonado a sí mismos, y ahora estaban flotando con indiferencia en un mar de incertidumbre.
Así que Cristo no solo les dice: “La paz sea con ustedes”, sino que tres veces les recuerda su misión, les recuerda dónde encontrarán esa paz. La primera vez que les muestra sus heridas, la próxima vez dice: “Como me envió el padre, así yo los envío” y finalmente dice: “Mira mis manos y cree”. Él los llama de regreso a la plenitud de sus vidas, a abrazar quienes Dios los creó para ser.
Lo mismo es cierto para todos nosotros. Todos tenemos una misión. Todos tenemos un lugar único en este mundo y en el Reino. Y solo seremos felices, solo conoceremos la paz que ofrece Cristo, cuando la encontremos y cuando estemos avanzando hacia ella. Así en esos momentos en los que nos encontramos, como los discípulos, flotando sin rumbo fijo. No tengamos miedo de ahogarnos en ese océano de incertidumbre y duda. Más bien, vayamos a Cristo, volvamos al que nos creó, y le oiremos decir: "La paz sea contigo", y él nos mostrará el camino a la felicidad, el camino a la paz eterna.